Tanto Rabat como Mdina dominan toda la isla y el mar que la circunda porque están elevadas del resto de la isla. Durante miles de años, estuvieron deshabitados.
Rabat está relacionada con la introducción del cristianismo en la isla: se cuenta que en el año 60 d.C., el apóstol San Pablo, mientras viajaba hacia Roma bajo arresto, naufragó en la isla y vivió durante 3 meses en una cueva excavada en un foso debajo de la muralla de la antigua ciudad romana, La Gruta de San Pablo que fue utilizada como centro operativo para su actividad de fundación de una primitiva comunidad cristiana. Desde entonces, este territorio siempre ha estado dedicado a San Pablo, en cuyo nombre se levantó una iglesia. Puesto que estaban prohibidos los entierros intramuros, en la zona exterior, hay una enorme concentración de hipogeos, o sepulturas, de origen pagano, cristiano o judío excavados en la roca por los fenicios, griegos, romanos y bizantinos. Los hipogeos de mayores dimensiones, ubicados en Hal- Bajjada, son los complejos de San Pablo y Santa Ágata.
En mi opinión, lo mejor de Rabat son las catacumbas, introducirte en sus laberintos kilométricos y ver cómo se pudieron adaptar a las circunstancias de la época; la iglesia no merece mucho la pena es como todas las iglesias de Malta, en la Valetta, la catedral es gratuita, si veis ésta todas las demás, excepto la de Mosta, son iguales.
Algunas fotos son de sacred-destination.com. Si queréis profundizar en el tema de la catacumbas os recomiendo visitar dicha página.
Si queréis ir, tendréis que coger un bus desde la Valetta, la capital del país.